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Federico Arístides Soto Alejo “Tata Güines” Muere en La Habana, Cuba un dia como hoy; 04 de Febrero del año 2008
Federico Arístides Soto Alejo “Tata Güines” Muere en La Habana, Cuba el 04 de Febrero del año 2008. El tamborilero cubano Tata Güine, considerado una leyenda de la percusión de la isla, fallecido a la edad de 77 años a causa de un cáncer. El percusionista, que paseó su arte por escenarios de Europa, Asia y América y recibió el Premio Nacional de la Música de Cuba en 2006.Tata Güines, nació el 18 de julio de 1930, en el seno de una familia de músicos.hijo de de Joseíto «El tresero» y de la Niñita, que desde muy pequeño solía tocar una caja de limpia botas en la esquina de la Capilla de Santa Bárbara, en el legendario barrio de Leguina, donde tanta congas y bembés se han hecho y se seguirán disfrutando. Fue autodidacta y, según él mismo decía, se había inspirado en el arte del percusionista Chano Pozo para crear su propio estilo al interpretar la conga. En particular, los solos de tumbadora (tambor), instrumento que revolucionó con su estilo y del que extrajo nuevas sonoridades. Fue candidato varias veces a los premios Grammy Latinos, con los discos La rumba soy yo; Lágrimas Negras, en el que participó como invitado junto al cantante español Diego El Cigala y al pianista cubano Bebo Valdés, y también con la formación del famoso Buena Vista Social Club.Tata Güines comenzó su trayectoria tocando el contrabajo con un conjunto dirigido por su tío Dionisio Martínez, y más tarde fundó la orquesta Estrellas Nacientes, junto a algunos músicos de su familia.Fue ejecutante del contrabajo en el conjunto Ases del Ritmo. Formó parte del grupo Partagás, dirigido por su tío Dionisio Martínez, y posteriormente fundó la orquesta Estrellas Nacientes y actuó con la orquesta Swing Casino, de Güines.
En 1946 actúa en su pueblo natal con el Conjunto de Arsenio Rodríguez. En 1948 se traslada para La Habana, donde fue miembro de las orquestas La Nueva América, de Pao Domini; la del Havana Sport de José Antonio Díaz, Unión, de Orestes López, La Sensación de Belisario López, y en 1952 ingresa en Fajardo y sus Estrellas, con la que en 1956 viaja a Nueva York.
Integró Los Jóvenes del Cayo, con el que se presentó en la radioemisora La Voz del Aire; después actúa con los conjuntos Camacho y Gloria Matancera. Acompañó como bongosero al trío Taicuba, y trabajó con Guillermo Portabales, Celina y Reutilio, y Ramón Veloz. Participó, junto a Chano Pozo, en la comparsa Los Dandys de Belén; además, Los Mosqueteros del Rey, Los Mambises y Las Boyeras.
Grabó con Arturo O’Farrill (Chico) y con Cachao y su Ritmo Caliente, Frank Emilio, Guillermo Barreto, Gustavo Tamayo y otros. Formó parte del Quinteto Instrumental de Música Moderna (después Los Amigos), dirigido por el pianista Frank Emilio; Guillermo Barreto, timbal, Gustavo Tamayo, güiro, Israel López (Cachao) y Orlando Hernández (Papito), contrabajo.
En 1955 viaja a Caracas, Venezuela, para participar en los carnavales de esa ciudad. Viaja a Nueva York con la orquesta de Fajardo y sus Estrellas, con la que actúa en el Palladium, en donde coincide con Machito y sus Afro-Cubans y con Benny Moré, a quien acompaña con la tumbadora; también se presentó en el hotel Waldorf Astoria, donde trabaja por vez primera como solista.
Preparó un espectáculo y compartió el escenario con Josephine Baker, Frank Sinatra, Maynard Ferguson y Los Chavales de España, con los que grabó la pieza «No te puedo querer».
En 1960 regresa a Cuba. Cuatro años después funda Los Tatagüinitos. Ofrece un concierto con la Orquesta Sinfónica Nacional, dirigida por Manuel Duchesne Cuzán, con la que interpreta su obra Perico no llores más. Acompañó al guitarrista y compositor Sergio Vitier en su obra Ad Libitum, que bailaron Alicia Alonso y Antonio Gades, compartió escenario con la orquesta Sinfónica Nacional, el cantautor cubano Silvio Rodríguez y el pianista cubano José María Vitier. A su vez, popularizó composiciones propias como Perico no llores más, Auxilio y No metas la mano en la Candela, entre otras. Por su papel en la música, el tamborilero recibió importantes distinciones culturales de la isla como la orden Félix Varela (2004) y la medalla Alejo Carpentier (2002).En una entrevista que concedió en abril de 2007 a la revista Bohemia, desveló que una de sus ocupaciones era enseñar a niños para darles el maestro que él no tuvo y que estaba con «más entusiasmo, con más deseos y decisión de seguir adelante» para dejar una obra que otros pudieran interpretar. Entonces, el músico confesó que estaba «muy disgustado» por la poca promoción de la música cubana y la pérdida del espacio de ritmos tradicionales como el danzón frente al reggaeton. «Yo digo que primero hay que tener en cuenta tu música, tu palma, tu bandera, después que venga lo demás, pero hay que tener principios y respetar a todo lo que huela a Cuba», dijo.Su muerte representa una notable pérdida para la cultura cubana. Nadie como él en Cuba para hacer de la percusión un arte. Frente a Tata Güines, el cuero del tambor parecía la más delicada y costosa seda. Él colocaba su ágil mano sobre la curtida piel estirada por el fuego, y con sus uñas conseguía lo mismo el más triste de los lamentos que la sonrisa más contagiosa. Pocos lo conocían como Federico Arístides Soto Alejo, pero todos sabían que había modernizado las tumbadoras, que era un maestro en eso de colocar los golpes «sueltos» en un tema, como «al descuido», pero que hacían que la pieza no pudiese sobrevivir si le faltaba aquella impronta de quien se dejaba llevar por el ritmo de las claves, por su finísimo oído y por las exigencias de un cuerpo acostumbrado, desde que era casi un crío, a la música. NUESTRO HOMENAJE A OTRO GRANDE LA MUSICA![youtube id=»miuy9fgBqbI»]